lunes, 31 de enero de 2011

El cielo no es como lo pintan

¿Alguna vez te has preguntado por que el cielo es azul? Quiza algunos piensen que es solo un capricho de Dios, que el cielo es azul por que así debe ser. Sin más. Y es que es algo tan cotidiano en nuestra vida que muchas veces no le damos la menor importancia. Pero la verdad es que desde el punto de vista físico, la naturaleza del color del cielo es un poco más compleja de lo que podríamos pensar muchos de nosotros. Si les interesa saberlo, quizá deberían seguir leyendo.
Comencemos por lo más sencillo. ¿Que es el cielo? Puede ser definido como ese lugar en el que nos esperan nuestros seres queridos. O la manera en que llamamos a nuestras parejas (cuando estamos de buen humor). En sí, yo me refiero a la capa gaseosa que cubre la tierra.
 El cielo está formado principalmente por nitrógeno (78%), oxígeno (21%), y una mezcla de gases que comprenden el 1% restante. Cada átomo de aire recibe la luz proveniente del sol. En el momento en que un haz de luz choca con un átomo de nitrógeno u oxígeno, este haz de luz es dispersado en varias direcciones. Es decir que la luz se separa en los distintos colores que la componen (si les cuesta imaginarlo, solo vean la portada del “Dark Side of the Moon” de Pink Floyd).
Los colores de la luz se dispersan de mayor a menor en el siguiente orden: Violeta, azul, verde, amarillo, naranja y rojo. El ojo humano es insensible a la luz violeta, así que el color de la luz que vemos en el cielo, es por predominancia el azul.
Pero esto no es una constante. Al amanecer o en un crepúsculo, los rayos del sol recorren una distancia más larga de la que recorrerían a medio día, entonces  nos toca ver los colores que menos se dispersaron. Por ello los amaneceres y ocasos son rojizos.
Con esto concluyo mi entrada semanal. Espero la hayan disfrutado tanto como yo disfruté escribiéndola.
¡Saludos!
Atentamente: El fauno Pan

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